miércoles, 30 de octubre de 2013

Realmente es aterrador hacer fila en los cajeros electrónicos en días de pago. Vejestorios que se introducen en el cubiculo y se demoran eternidades, ante el cajero le rezan el santo rosario, 100 padrenuestros, y mil avemarias. Miran el cajero, lo contemplan, se confiesan ante él. Cuentan el dinero, miran y remiran que no se les quede ningún billetico enredado, se detienen a observar si el personaje del billete les sonria amablemente. Borran las huellas digitales con alcohol para que no los clonen ¿pero que les van a clonar si dejaron la cuenta en ceros?, y mientras la fila de usuarios crece desorbitantemente. Que ritualismo tan desesperante observar como se muestra lo pauperrimo que somos cuando hacemos uso del cajero eletronico con esas demoras de algunos, como si hubiesen alcanzado la gloria, y cuando salen lo miran con una desolación absoluta, casí que se despiden nostalgicamente "hasta luego mi amado cajero".